Si hablamos de temas importantes cuando se es padre, el de la alimentación y apetito es uno de los más importantes. En la infancia, una adecuada nutrición asegura un correcto crecimiento, desarrollo neurológico y muchas otras cosas clave para que los niños sean crezcan sanos.
Se estima que cerca de un 10 a 25% de los preescolares tienen “mal” apetito y es una de las principales causas de consulta a especialistas (Fuente: “Mi niño no come nada” ¿cómo abordarlo” – Medicina Familiar Universidad Católica). Ahora bien, este “no comer” mucha veces se debe al hecho de que el niño come, pero no lo que debiera o cuándo debiera.
Revisemos las diferentes estrategias utilizadas por los padres para que los niños coman y cómo estas pueden incluso contribuir a una alimentación deficiente.
El rol de los padres en el “mal apetito” infantil
Los papás, con la intención de hacer que sus hijos coman, pueden recurrir a las más variadas técnicas. Pero lamentablemente, muchas de ellas, más que ayudar a superar el problema, lo acentúan.
Revisemos las principales estrategias y las respuestas de los niños.
La persuasión
Un clásico de todos los tiempos: “una por la mamá”, “con una cucharada tendrás más fuerza que Popeye”. Este tipo de estrategias lo único que logra es que los niños se unan al “sistema”, se aburran o terminen manipulando la situación.
La distracción
Ya sea que te pongas a cantar, a leerle un cuento o a ponerle sus monitos favoritos en tu celular. Finalmente tu hijo se dará cuenta de lo que estás haciendo y, al igual que con la persuasión, se aburrirá de la técnica.
El soborno
Animar a tu hijo para que coma con la promesa de un postre rico, o una salida a la plaza hará que reconozcan en su conducta disruptiva (negarse a comer) una fuente de premios, lo que perpetuará la conducta que se quiere modificar. Llegará el momento en que las exigencias por parte del niño serán mayores, y un postre rico ya no será atractivo.
La “fiesta”
Los niños reciben un refuerzo positivo frente a no comer (“si me niego a comer me harán fiesta”), lo que perpetúa el no comer.
Las amenazas
No es raro que frente a la angustia de un hijo que no come, los padres recurran a amenazas como “te vas quedar chico”, “voy a traer al perro para que se coma tu comida”. Pueden funcionar en un principio, pero luego terminan por no importar a los niños. Por otra parte saben que no son ciertas o bien que nunca se concretarán, lo que hace que los padres pierdan credibilidad.
La fuerza física
Apretar la nariz para que el niño abra la boca o empujar la cuchara usando la fuerza son estrategias que en ningún caso se recomiendan. Harán que la comida sea literalmente un “campo de batalla”.
El castigo
Ya sea físico o emocional, castigar a un niño por no comer tendrá como resultado un rechazo alimentario mayor por parte del niño y una angustia más grande por parte del padre.
El menú “a la carta”
Y finalmente, el que podría parecer menos malo. Es decir, ofrecer solo lo que sabemos que comerán con tal de que se alimenten hará que se genere un refuerzo positivo, es decir, si no como me dan lo que yo quiero.
4 formas en que puedes abordar el mal apetito de tu hijo:
- Estimular que el niño pueda elegir parte de su alimentación, asegurando que consuma alimentos de todos los grupos. Sin caer en preparar “menú a la carta”.
- Promover la comida en familia. Momento en el cual los niños puedan vivir conductas positiva en torno a la mesa.
- Evitar comidas que excedan los 30 minutos. Si el niño no come en ese plazo, se le retira el plato.
- Educarse como padres en torno a la alimentación infantil. Aprendiendo a reconocer las señales de que un niño ya no quiere comer más y respetándolas.