Los seres humanos somos seres sociales, necesitamos de la socialización para sobrevivir. Interactuar con otros es la mejor manera de desarrollar plenamente nuestro cerebro. Descubramos por qué.
Los seres humanos tenemos cerebros muy complejos. Nuestro cerebro nos permite desarrollar un sistema de comunicación a través del lenguaje. Además, nuestro cerebro nos permite tomar decisiones complicadas, crear objetos con nuestras propias manos e incluso dominar a otras especies y el entorno que nos rodea.
Los efectos de la falta de socialización durante la infancia en el cerebro
La falta de socialización afecta al desarrollo del cerebro de diferentes maneras. Impacta y retrasa el desarrollo del cerebro en general, especialmente en los primeros años de vida. Así, la ausencia de relaciones sociales que expongan a los seres humanos a interacciones de calidad no sólo afecta al estado de ánimo y al comportamiento, sino también a la salud cognitiva y a las habilidades motoras.
La falta de socialización tiene efectos negativos aún más fuertes durante la infancia. En los primeros 10 años de vida, los seres humanos adquieren y perfeccionan muchos procesos psicológicos superiores, como el lenguaje.
Socializar no es sólo tema emocional, también tiene que ver con el desarrollo neuronal pues proporciona los estímulos suficientes para que el cerebro enfrente retos y se mantenga activo; así como se motive para aprender nuevas cosas.
Un estudio publicado en la revista Nature Communications el 2020 mostró los resultados de una investigación sobre los efectos del aislamiento social en ratones durante una ventana sensible del desarrollo, y sus consecuencias en la interacción social en la adultez.
Su objetivo fue investigar cómo el aislamiento social durante una ventana clave del desarrollo cambia nuestra química cerebral. El estudio pudo concluir que se requiere de la experiencia social juvenil para desarrollar una ‘saludable’ actividad neuronal en la zona del comportamiento en la adultez. Esta actividad neuronal sucede sólo si se toma la iniciativa para buscar una interacción social. Esto quiere decir que la socialización desde el nacimiento hasta la adolescencia es indispensable para que en la adultez “se active el cerebro” para impulsar una experiencia social.