La hora de comer suele ser tema para muchas familias con niños. En un extremo, quienes tienen niños que comen poco y donde probar alimentos nuevos es un desafío, y por otro, niños que comen mucho muy rápido y nunca parecen satisfechos.
Revisemos ambos extremos y algunos consejos.
Niños que les cuesta comer o comen poco
Se estima que cerca de un 10 a 25% de los preescolares tienen “mal” apetito y es una de las principales causas de consulta a especialistas (Fuente: “Mi niño no come nada” ¿cómo abordarlo” – Medicina Familiar Universidad Católica). Ahora bien, este “no comer” mucha veces se debe al hecho de que el niño come, pero no lo que debiera o cuándo debiera.
4 formas en que puedes abordar el mal apetito de tu hijo:
- Estimular que el niño pueda elegir parte de su alimentación, asegurando que consuma alimentos de todos los grupos. Sin caer en preparar “menú a la carta”.
- Promover la comida en familia. Momento en el cual los niños puedan vivir conductas positiva en torno a la mesa. El rol de los adultos, como siempre será dar el ejemplo.
- Evitar comidas que excedan los 30 minutos. Si el niño no come en ese plazo, se le retira el plato.
- Educarse como padres en torno a la alimentación infantil. Aprendiendo a reconocer las señales de que un niño ya no quiere comer más y respetándolas.
- Deja de lado los aparatos electrónicos. Es tentador recurrir al celular para entretener al niño, pero es importante que al momento de comer él esté concentrado en eso.
Niños muy ansiosos a la hora de la comida
Los niños que comen más de la cuenta es porque han volcado su ansiedad con la comida. Es decir, lo que se debe entender es el origen de esa ansiedad (problemas en su entorno familiar, llegada de un hermano, etc.)
Junto a lo anterior se les debe ir educando en las porciones y en la elección de alimentos, ya que no es lo mismo excederse con el pan que con apio. Como regla, se debe mantener una estructura de comer cada 3 horas, así no debería aumentar el apetito y la ansiedad se puede controlar fácilmente adelantando un poco una comida.
No se deben sacar alimentos de la dieta ni tener muchas restricciones. Lo correcto es controlar las porciones y no tener golosinas ni dulces en la despensa.
Finalmente enseñarle otras válvulas de escape a esa ansiedad como podría ser practicar algún deporte o jugar más al aire libre.