Cuando los niños son pequeños hay una palabra que pareciera repetirse más que otras, la estimulación. Todos los padres quieren que sus hijos se desarrollen de la mejor forma en cada una de las áreas, pero hay que tener cuidado con llevarlo al extremo.
La estimulación es necesaria en las distintas etapas de la vida del ser humano para que este se desarrolle eficientemente y se favorezca el óptimo crecimiento y aprendizaje. Y como todos somos diferentes, cada persona necesita más o menos estimulación en algunas áreas.
Pero ocurre, que con la mejor intención, algunas mamás y papás saturan con actividades a sus niños, pudiendo perjudicar su desarrollo. Es decir, produciendo el efecto contrario.
Signos y riesgos de la sobreestimulación
Algunos signos de la sobreestimulación en niños son:
- El rechazo a ciertas actividades que antes le parecían entretenidas
- La pataleta o el berrinche también son manifestaciones que indican que los hijos necesitan un descanso.
- La frustración constante al realizar actividades propuestas.
¿Cuál es el riesgo de la sobreestimulación?
El organismo se acostumbra a recibir con regularidad una alta dosis de estímulos, hasta que llega un momento en el que tal dosis no le satisface. ¿Qué hace entonces? Busca una dosis mayor.
Los niños que viven este efecto se hacen cada vez menos sensibles a los estímulos del entorno, y necesitan cada vez más. Pueden desarrollar una conducta hiperactiva o problemas de conducta, en la búsqueda de otros estímulos, o se muestran desmotivados y vacíos mientras su imaginación y creatividad disminuyen. Esto sin duda puede afectar el concepto de sí mismo de manera negativa, lo que influirá en autoestima.
En resumen, al sobrestimulación puede afectar el aprendizaje en forma negativa. Por lo tanto la recomendación será siempre enfocarse en la necesidad del niño, conocerlo y saber lo que pide, para estimular su potencial en áreas determinadas. Recuerda siempre que cada niño es un mundo.
