La música ha estado presente como un lenguaje universal en todas las sociedades. No es simplemente una serie de sonidos melódicos y rítmicos, va mucho más allá. Es capaz de cambiar nuestro estado de ánimo, disparar recuerdos e incluso calmar el dolor.
Pero para que eso ocurra, algo debe suceder, es por eso que desde las neurociencias surge esta pregunta:
¿Qué le provoca la música al cerebro?
Gracias a las técnicas de neuroimagen, se ha podido observar cómo el cerebro experimenta variados cambios, tanto a nivel anatómico como funcional. Y se ha observado que la música activa áreas desde la corteza externa, hasta las áreas de Broca y Wernicke, implicadas en el lenguaje; pasando por el lóbulo parietal.
Cuando escuchamos música placentera, esta incide en el sistema límbico, activando la producción de dopamina, encargada de varias funciones en el cerebro:
- entre ellas papeles importantes en el comportamiento y la cognición,
- la actividad motora,
- la motivación y la recompensa,
- la regulación de la producción de leche,
- el sueño,
- el humor,
- la atención,
- y el aprendizaje y otras sustancias
También se desencadenan señales que ayudan a disminuir los niveles de estrés y mejoran el desarrollo del tejido neuronal.
Por ende, escuchar música ayuda a tener un cerebro más sano y con más conexiones.
El poder de la música es tal que puede tener un profundo y positivo efecto en quien la escucha y mientras más temprano forme parte de la vida de un niño o niña, más beneficiosa será su influencia.
Incrementando sus intereses para el desarrollo de sus destrezas a través de las artes, ya sean musicales, plásticas o escénicas, por medio de su voz o su cuerpo ya que fomenta la creatividad y les permite desarrollar la capacidad de expresar sus emociones.
Sin duda, la música juega un papel muy importante en nuestro bienestar, ¡así que no hay excusa para no darle a todos los cerebros el tono que se merecen!