Mantener el cuerpo activo y en movimiento es muy importante para la salud. Un deporte entretenido y seguro que se puede realizar en casa y en familia es el yoga.
El yoga infantil ayudará a tu hijo con la relajación y la concentración, trabajando tanto la mente como el cuerpo.
Edad para comenzar a practicar yoga
Los profesionales plantean que la mejor edad para que los niños comiencen a realizar yoga es a partir de los 4 años, ya que ahí son capaces de controlar de mejor manera sus cuerpos, pudiendo tomar las distintas posturas necesarias para hacer yoga.
Posiciones de yoga para niños:
- Postura del árbol: para esta posición el niño deberá concentrarse para elevar el pie hasta lograr apoyar la planta de este sobre la parte interna del muslo de la pierna contraria en el punto más alto posible, tratando de mantener el equilibrio elevando los brazos para unir las palmas de las manos sobre la cabeza. Se sostiene la postura y luego se cambia al otro pie. De esta forma se trabaja el equilibrio.
- Postura de la mariposa: suele hacerse al comienzo de la sesión de yoga para calentar las piernas. El niño debe sentarse uniendo la palma de los pies al frente de si mismo, tomando sus pies con ambas manos, quedando las rodillas flexionadas. Se trabajan las piernas moviéndolas de arriba hacia abajo por un tiempo de alrededor de dos minutos.
- Postura del gato: para esta postura el niño debe apoyarse en el piso sobre las rodillas y las manos, bajando la espalda hacia el piso mientras mira hacia adelante, luego mirando hacia abajo subiendo la espalda y contrayendo el estómago. Esta posición ayuda a aumentar la flexibilidad y elasticidad de los músculos de la espalda.
- Postura del mono: el niño debe sentarse en el piso con las rodillas flexionadas cruzando los pies al frente de él. Posicionando los brazos uno por encima de la cabeza y otro hacia abajo en su estómago, como si fuera un mono debe irlos moviendo hacia arriba y hacia abajo simultáneamente.
El yoga es una actividad que ayuda a mejorar la postura corporal, el equilibrio y la concentración, aumentando el estado de bienestar general del niño que lo practica. Además, permite al niño desarrollar una mayor estabilidad emocional, mejorando su autocontrol y las relaciones que mantiene con sus pares y el entorno.