Los cuentos cortos son una de las mejores formas de acercar la lectura a los más chicos. Ya son conocidos los beneficios que trae la lectura a los niños, entre ellas la adquisición de nuevo vocabulario, mejor expresión oral, desarrollo de la imaginación, la creatividad y disminución de los problemas de concentración, entre otros.
¿Por qué cuentos cortos? Porque los niños logran poner atención y seguir la historia de principio a fin.
En Vitamina hemos seleccionado una serie de cuentos cortos infantiles para leer con niños. La idea es hacer de la lectura un momento agradable y divertido, de forma que los niños empiecen a familiarizarse con la lectura y los libros.
Cuentos cortos para leer a tus hijos
Los animales merecen respeto
Pedro era buen amigo de los animales, su amor y respeto por ellos, hacía que sus padres le permitan en la casa tener perros, patos, conejos, y los animales que él quisiera pues la casa era grande y había lugar para todos. También habían muchos gatos y uno muy especial, era un gato de patas muy cortas que caminaba bastante lento y no tenía la habilidad de su madre que era una gata ágil y traviesa.
Cuando doña Isabel iba al mercado donde vendía ropa, la gata astuta aprovechaba en entrar muy despacio a la cocina, subía con cuidado para ver si las ollas no estaban calientes y las destapaba, así es como se llevaba las presas de pollo que Isabel dejaba para el almuerzo de su familia.
Cuando Isabel regresaba al mediodía, Pedro ya estaba en la sala mientras leía un buen libro, pues no le gustaba perder el tiempo. A la hora de servir su almuerzo, destapó la olla y no había ninguna presa de pollo, la mamá de Pedro pensaba que él se las comía a escondidas y lo castigó por eso. Empezaron las peleas en la casa y todos los días pasaba lo mismo:
-«Es que no puede ser que desaparezca la carne y que todos me digan que nadie lo hizo, eso es imposible» decía molesta mamá Isabel.
Una mañana, Pedro fue al hospital con su mamá, aprovechando que tenía seguro escolar para que le hagan un chequeo general. Regresando a la casa, Pedro tenía mucha hambre, se lavó las manos para servir su almuerzo y cuando estaba a punto de entrar a la cocina vio a la gata que salía de allí con una presa de pollo en su hocico, llamó a su mamá y buscando en el patio encontraron que la gata daba de comer a sus cachorros cerca del jardín.
A partir de ese día los padres de Pedro acordaron que los animales deben comer un alimento adecuado y tener un horario para que no pasen hambre, ahora entre todos se preocupan y se turnan para limpiarlos, alimentarlos y hasta pasearlos.
El árbol
Mi amigo Pepe, decidió un día contratar un carpintero para arreglar una de sus viejas granjas. Aquel no fue su mejor día, al carpintero se le malogró la cortadora, se fue la energía eléctrica, se lastimó un dedo, le pasaron muchas cosas haciéndole perder más tiempo retrasando todo, más de lo esperado.
Para variar el camión del carpintero se descompuso y mi amigo Pepe, tuvo que llevarlo hasta su casa. Me cuenta Pepe que el carpintero estaba muy serio, pensativo y muy callado. Al llegar a su casa, pidió a Pepe que lo acompañe para que conozca a su familia, pero antes, se detuvo a mirar un árbol, mientras a su vez frotaba suavemente las hojas y las olía, disfrutaba su aroma. Cuando ingresaron a su casa, hubo un gran cambio, se que de la seriedad y el silencio pasó a sonreír plenamente besando y abrazando a sus pequeños hijos, como si realmente acabara de llegar después de mucho tiempo, o como si fuera su última vez con ellos.
Lo interesante es que él hacía lo mismo todos los días. De inmediato besó a su esposa y le presentó a su patrón, le invitaron algo de beber y de comer. Al retirarse, el carpintero acompañó a su patrón y éste le preguntó:
-¿»Qué significa tu actitud frente al árbol»?
«Oh, éste es el árbol donde dejo todos mis problemas cada día, antes de entrar a mi casa», respondió el carpintero y continuó explicando:
-«Lo que sucede es que comprendí que no puedo evitar que a veces sucedan cosas en mi vida, como las de hoy. Pero mi esposa y mis hijos no tiene la culpa de eso, así que en este árbol, que todo lo soporta dejo todo hasta el día siguiente en que salgo a trabajar, lo especial de todo esto es que cada mañana recojo menos problemas de los que dejé la noche anterior, dijo el carpintero con una gran sonrisa.
El dueño de la granja ese día, aprendió una gran lección del humilde carpintero, aprendió a ser más feliz, a no llevar sus problemas a casa. Ese día fue uno de los mejores que pudo haber tenido, pensó que las casualidades no existen. Ahora el granjero tiene un árbol y hace lo mismo cada día. Al fin y al cabo todo tiene solución en esta vida y en su debido momento, ¿verdad que si?
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