Al hablar del juego, se nos viene a la mente un niño con una pelota, hablando con su muñeca o corriendo por el pasto. El valor del juego es que genera felicidad, una valiosa experiencia de aprendizaje. Nos permite aprender jugando.
Para crecer bien, los niños necesitan aprender a través del juego y desarrollar todo su potencial físico, emocional e intelectual. Sylvia Lavanchy, Asesora Educacional de Salas Cuna y Jardines Infantiles Vitamina, señala que “El juego se reconoce plenamente como una actividad placentera. Cada niño al momento de jugar pone en práctica lo que comprende de la realidad, un ‘barómetro’ de lo que el niño es y sabe”.
El juego es sin duda la principal forma en que los niños se relacionan con su entorno. Sylvia Lavanchy plantea que “…el juego, da a los niños la posibilidad de resolver problemas tanto prácticos como sociales”. Esta resolución de problemas integra lo social, y traspasa a la búsqueda y propuesta de soluciones prácticas. Luego le serán útiles en la vida cotidiana, por ejemplo, cuando se rompe un juguete, buscarán distintas alternativas para arreglarlo:
-Prueba con pegamento
-Lo amarra con un hilo
-Lo pega con cinta adhesiva
La búsqueda de soluciones a los problemas en los juegos, desarrolla el pensamiento de los niños. Además permite acercarse y entrar a los distintos “mundos” de conocimiento: comunicación y lenguaje, movimiento, matemático y natural.
¿Cómo apoyamos los juegos de nuestros niños?
En cada juego en que se involucran uno o más niños, los adultos estamos invitados a ser un participante más, para así ayudarlos a aprender.
Como adultos, debemos promover que los niños jueguen y aprendan de su entorno, explorándolo con seguridad y confianza. Por esto, es fundamental preocuparnos de los espacios que les ofrecemos, en sus casas, centros educativos y en el exterior.
Asegurando que puedan interactuar con diversidad de elementos, situaciones y personas que los inviten a jugar, acojan su juego y sean un aporte a ellos.
Por último y muy importante, debemos crear un ambiente afectivo adecuado, donde los niños se sientan seguros e invitados a jugar.